Solo el tiempo ha puesto en su sitio a Louis Malle, uno de esos directores que allá a finales de los años cincuenta revolucionaron el modo de hacer cine en Europa con el nacimiento de la Nouvelle Vague. Desgraciadamente, Malle, nunca ha sido uno de los nombres más sonantes cuándo nos ponemos a pensar en aquel cine de nueva oleada, y tampoco en su posterior andadura cinematográfica, pero sólo hace falta ojear un par de sus películas para darse cuenta del legado que el cineasta francés no ha dejado. Cuándo el nuevo modelo cinematográfico en Francia estaba recién estallado, y tras un par de aportaciones más clásicas al estilo del movimiento, Malle decide rodar Zazie en el metro, comedia alocada que evitó el encasillamiento del director, a pesar de tratar uno de los temas recurrentes de su obra: la infancia.
Zazie en el metro adapta la novela homónima de Raymond Queneau en la que se nos presenta a la pequeña protagonista. Mientras la madre de Zazie va a pasar un pletórico fin de semana con uno de sus amantes parisinos, la niña queda al cuidado de su tío Gabriel, un artista que baila flamenco en uno de los locales de moda de París. Zazie sólo sueña con una cosa en la gran ciudad, poder visitar el metro. Pero el drama no tarda en aparecer, los trabajadores subterráneos se encuentran en huelga, así la niña no podrá visitar el metro ya que se encuentra cerrado.
Malle construye en su filme un homenaje al slapstick, la comedia disparatada, el cine mudo, Tatí, a las tendencias pop y al cartoon más clásico a través de las disparatadas acciones que acontecen durante la hora y media del metraje. El ritmo vertiginoso, la aceleración de la imagen, los gags visuales, y los intencionados saltos de eje -que también podemos enmarcar como una pequeña sátira a la propia nouvelle vague- dotan al filme de una energía única, y que son los encargados de hacer de este tercer trabajo de Malle una película de lo más cómica.
Aunque la saturación de los elementos puede llegar a hacer que la película se vea un tanto repetitiva y algo aburrida, especialmente achacada por el tiempo, que no la ha tratado nada bien, hay que reconocer que algunos de los gags siguen teniendo una fuerza mágica, especialmente el de la primera persecución, dónde Zazie intenta robar unos tejanos a un caballero que acaba de conocer, y dónde Malle nos sorprende por primera vez con una de las surrealistas explosiones que pueblan la película; o en la secuencia de la Torre Eiffel, uno de los momentos más vertiginosos y con los diálogos más sagaces del filme.
A pesar de ese trato alocado, dónde la mirada de la niña es la única justificación, Malle no evita crear una radiografía de la sociedad parisina del momento, en la que los personajes más estrafalarios intentan desde el humor, imitar exageradamente todo aquello que es real, en una sociedad que (y una vez más denuncia el director) solo es capaz de pensar a través de la mirada adulta, sin tener en cuenta la del infante, pero que a la vez son estos adultos los que están más chiflados, no extraña pues que Zazie parezca la más sensata del grupo.
Zazie en el metro ha envejecido demasiado mal como para encandilar a cualquiera, pero tiene suficiente garra como para que nos quedemos enganchados en muchos de sus momentos. Explorarla por primera vez es abrir los ojos ante un cine que descoloca y sorprende a partes iguales, y eso al final siempre es agradecido para cualquier espectador.
Zazie en el metro adapta la novela homónima de Raymond Queneau en la que se nos presenta a la pequeña protagonista. Mientras la madre de Zazie va a pasar un pletórico fin de semana con uno de sus amantes parisinos, la niña queda al cuidado de su tío Gabriel, un artista que baila flamenco en uno de los locales de moda de París. Zazie sólo sueña con una cosa en la gran ciudad, poder visitar el metro. Pero el drama no tarda en aparecer, los trabajadores subterráneos se encuentran en huelga, así la niña no podrá visitar el metro ya que se encuentra cerrado.
Malle construye en su filme un homenaje al slapstick, la comedia disparatada, el cine mudo, Tatí, a las tendencias pop y al cartoon más clásico a través de las disparatadas acciones que acontecen durante la hora y media del metraje. El ritmo vertiginoso, la aceleración de la imagen, los gags visuales, y los intencionados saltos de eje -que también podemos enmarcar como una pequeña sátira a la propia nouvelle vague- dotan al filme de una energía única, y que son los encargados de hacer de este tercer trabajo de Malle una película de lo más cómica.
Aunque la saturación de los elementos puede llegar a hacer que la película se vea un tanto repetitiva y algo aburrida, especialmente achacada por el tiempo, que no la ha tratado nada bien, hay que reconocer que algunos de los gags siguen teniendo una fuerza mágica, especialmente el de la primera persecución, dónde Zazie intenta robar unos tejanos a un caballero que acaba de conocer, y dónde Malle nos sorprende por primera vez con una de las surrealistas explosiones que pueblan la película; o en la secuencia de la Torre Eiffel, uno de los momentos más vertiginosos y con los diálogos más sagaces del filme.
A pesar de ese trato alocado, dónde la mirada de la niña es la única justificación, Malle no evita crear una radiografía de la sociedad parisina del momento, en la que los personajes más estrafalarios intentan desde el humor, imitar exageradamente todo aquello que es real, en una sociedad que (y una vez más denuncia el director) solo es capaz de pensar a través de la mirada adulta, sin tener en cuenta la del infante, pero que a la vez son estos adultos los que están más chiflados, no extraña pues que Zazie parezca la más sensata del grupo.
Zazie en el metro ha envejecido demasiado mal como para encandilar a cualquiera, pero tiene suficiente garra como para que nos quedemos enganchados en muchos de sus momentos. Explorarla por primera vez es abrir los ojos ante un cine que descoloca y sorprende a partes iguales, y eso al final siempre es agradecido para cualquier espectador.
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TÍTULO ORIGINAL Zazie dans le metro AÑO 1959 DURACIÓN 92 min. PAÍS Francia IDIOMA Francés DIRECCIÓN Louis Malle GUIÓN Louis Malle & Jean-Paul Rappeneau (Novela: Raymond Queneau) MÚSICA Fiorenzo Carpi FOTOGRAFÍA Henri Raichi REPARTO Catherine Demongeot, Philippe Noiret, Hubert Deschamps, Jacques Dufilho, Carla Marlier, Vittorio Caprioli, Antoine Roblot, Annie Fratellini, Yvonne Clech PRODUCTORA Nouvelles Editions de Films
GÉNERO Comedia
TEMÁTICA Nouvelle vague. Infancia. Comedia absurda. Sátira. Surrealismo
SINOPSIS
Para poder estar con su amante, la madre de Zazie la manda a París, a
casa de unos familiares. Pero la niña, que tiene doce años, se escapa
para recorrer París y conocer lugares y gentes nuevas.
CRÍTICA
= 'Zazie es uno de los más deliciosos ejercicios de surrealismo jamás realizados. Algo así como lo que siete años más tarde Godard intentaría hacer con "Weekend" pero bien hecho y sin ser un batiburrillo pretencioso. [...] ha envejecido mal, el ritmo apabullante e irregular parece no encontrar ningún sentido, la estética, que en su tiempo fuera novedosa, ahora se antoja trasnochada y la crítica de la sociedad parisina, vista desde el punto de vista de Zazie, queda diluida entre unos gags sin gracia y una realización más preocupada en la provocación que en la transmisión de una idea.' (Tres Tristes Tigres)
+ 'Zazie en el metro es anárquica, refrescante, chillona, tierna, picante. Una amalgama inconexa e irracionalmente congruente que procede de la mirada pícara, subrayada por dos enormes paletos separados, de la pequeña Zazie.' (El crítico Abúlico)
+ 'En una época en la que los ineastas franceses exigían desde la más seria de las seriedades su propia independencia (argumental y técnica), que un director como Malle no participase activamente en ello e incluso se riese, tuvo que ser para el espectador coetáneo una gran vía de escape a tanta vanidad. [...] Si hoy es un film frenético, acostumbrada nuestra retina a efectos tan dispares como espectaculares, en la época tuvo que ser una bomba de relojería.' (Filmfilia)
+ 'Zazie en el metro es anárquica, refrescante, chillona, tierna, picante. Una amalgama inconexa e irracionalmente congruente que procede de la mirada pícara, subrayada por dos enormes paletos separados, de la pequeña Zazie.' (El crítico Abúlico)
+ 'En una época en la que los ineastas franceses exigían desde la más seria de las seriedades su propia independencia (argumental y técnica), que un director como Malle no participase activamente en ello e incluso se riese, tuvo que ser para el espectador coetáneo una gran vía de escape a tanta vanidad. [...] Si hoy es un film frenético, acostumbrada nuestra retina a efectos tan dispares como espectaculares, en la época tuvo que ser una bomba de relojería.' (Filmfilia)
PUNTUACIONES
6,5 | 6,4 | 7,0 | |||
NOTA MEDIA: 6,6 |
TRAILER
VER TAMBIÉN
No conocía esta película, pero me han entrado ganas de verla.
ResponderEliminarPues película no la he visto, es de esas eternas pendientes, pero si te digo la verdad, ni me acordaba de ella. Además tu crítica me ha animado aún más. Cuando vuelva a casa, la buscaré.
ResponderEliminarUn saludo.
"Zazie" es irregular pero es también un film imprescindible. Muestra singular del dadaísmo cinematográfico y obra cumbre de la Nouvelle Vague a su pesar, puesto que ridiculiza algunos de sus tics y manifiesta una voluntad de retorno al cine cómico mudo. Pero sus vivos colores y sus exteriores parisinos la emparejan claramente con el movimiento al que Malle nunca quiso pertenecer. Saludos.
ResponderEliminarYa he visto la peli porque ha dado la casualidad que mi santo se la ha comprado este fin de semana. Es bastante curiosa y aunque resulta muy icónica, la parte final ha llegado a saturarme un poco.
ResponderEliminarPues la verdad es que no termina de llamarme la atención, entre que dices que no ha envejecido nada bien y entre que la comedia no es mi género fuerte, mejor me preocupo primero por ver otros clásicos de la nouvelle vague que tengo eternamente pendientes. Por cierto, ¿es éste el comienzo de tu revisión de 'nuevas olas' del que hablabas?
ResponderEliminarUn abrazo.